Casi un 20% de los jubilados sigue trabajando: entre la necesidad económica y la búsqueda de sentido
El 17,1% de los adultos en edad jubilatoria continúa trabajando, según datos del INDEC, una cifra que refleja tanto la precariedad del sistema previsional como el cambio cultural en torno al retiro laboral.
En la mayoría de los casos, la continuidad en la actividad se impone por necesidad: las jubilaciones mínimas no alcanzan ni para cubrir un tercio de la canasta básica.
Para una minoría, en cambio, seguir trabajando es una elección: sostener una rutina, sentirse útiles o mantener su identidad profesional. Pero la tendencia general evidencia una reforma jubilatoria de hecho, impulsada no por leyes sino por la economía.
Jubilaciones que no alcanzan
En septiembre, 4,5 millones de jubilados cobraron el haber mínimo de $390.214, con bono incluido. Según la Defensoría de la Tercera Edad, la canasta básica para un adulto mayor trepó en octubre a $1.514.074, lo que deja un déficit mensual de más de un millón de pesos.
Los beneficiarios de la Pensión Universal para Adultos Mayores (PUAM) y de pensiones no contributivas percibieron $326.222, también con bono, una cifra aún más alejada del costo real de vida. Medicamentos, alimentación, limpieza y vivienda superan con creces los ingresos promedio de los jubilados.
El 73% de los adultos mayores vive bajo la línea de pobreza, según un informe de HelpAge International, mientras que Statista estima que la cantidad de jubilados pobres se duplicó en el último año, alcanzando casi el 30%.

Reformas encubiertas y trabajo informal
Ante este panorama, muchos jubilados volvieron a trabajar o nunca pudieron dejar de hacerlo. Algunos se inscribieron como monotributistas y facturan a sus empleadores; otros desempeñan tareas informales, a menudo sin cobertura ni estabilidad.
La economía informal, que alcanza al 43,2% de los trabajadores según el INDEC, incluye también a adultos mayores, convertidos en mano de obra barata y vulnerable. “La crisis de ingresos y la creación de puestos precarios constituyen una reforma laboral ad hoc que el Gobierno de Javier Milei construyó por fuera del Congreso”, advierte el informe.
A esto se suma la reducción de la cobertura del 100% en medicamentos del PAMI y los mayores costos en transporte y servicios, lo que deterioró aún más la calidad de vida de los jubilados.
Proyectos de reforma y desafíos estructurales
En el Congreso esperan tratamiento varios proyectos de reforma previsional que contemplan la elevación gradual de la edad jubilatoria a 70 años para 2030 y la creación de una Prestación Básica Universal (PBU) junto a una Prestación Proporcional (PP).
También se analiza eliminar el requisito de 30 años de aportes para acceder a la PBU y ajustar el índice de movilidad. Sin embargo, los especialistas advierten que sin empleo formal ni inversiones productivas, el sistema previsional seguirá siendo deficitario y desigual.
La elección de seguir activos
Más allá de la necesidad, un grupo de jubilados decide continuar en actividad por elección. Docentes, profesionales y emprendedores mantienen sus ocupaciones por placer, por vínculo o por sentido de propósito.
“Cuando el trabajo es una elección, puede tener efectos positivos en la salud física y emocional. Pero cuando se convierte en una obligación para sobrevivir, aparecen el desgaste y la angustia”, explican desde el Centro de Cuidado Hirsch.
Los datos del INDEC confirman que el trabajo en la vejez es más común en los extremos socioeconómicos: en los hogares más pobres, por necesidad, y en los más ricos, por vocación profesional.
Entre la crisis económica y el deseo de seguir siendo parte, los adultos mayores argentinos protagonizan una reforma silenciosa: la de un país que envejece trabajando.
Fuente: Noticias Argentinas