Cereza del Valle de Los Antiguos: identidad patagónica con sello de calidad
Tras cinco años de trabajo, la producción de cerezas en Los Antiguos logró la Denominación de Origen, un reconocimiento nacional que distingue su sabor, calidad y origen en el noroeste de Santa Cruz.
En enero de este año, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca oficializó la Denominación de Origen “Cereza del Valle de Los Antiguos – Patagonia”, reconociendo el valor diferencial de este fruto cultivado hace más de cuatro décadas en el noroeste santacruceño.
Con un microclima privilegiado —proximidad cordillerana, humedad moderada y óptima exposición solar—, las cerezas del Valle maduran con un color rojo intenso, dulzor marcado y una acidez equilibrada, características que le otorgan un sabor inconfundible.

De la cooperativa al sello de origen
Este reconocimiento fue posible gracias a un trabajo conjunto entre productores locales, el Consejo Agrario Provincial (CAP) y organismos nacionales. Facundo Kachewski, vocal director del CAP, recordó que el proceso fue extenso y complejo: “Principalmente se creó una asociación civil integrada por productores, y desde ahí se empezó a cumplir con todos los requisitos que exigía la Secretaría de Agricultura de la Nación”.
La cooperativa El Oasis, que agrupa a unos 20 productores, ha sido clave en este recorrido. Algunos de sus integrantes comenzaron a trabajar la tierra en los años ‘80, y en 1995 realizaron la primera exportación. Hoy, la cereza de Los Antiguos representa la producción más austral del mundo, con más del 60% destinada a mercados internacionales.
Reconocimiento con impacto real
La Denominación de Origen no solo certifica un estándar de calidad, sino que protege la identidad de este fruto frente a imitaciones. “Es un reconocimiento, no algo que se otorga. Es reconocer lo que ya existe”, señaló Liliana San Martino, especialista del INTA Los Antiguos, y destacó que el sello evitará que otras frutas sean comercializadas como si provinieran de la zona.
El proceso incluyó talleres técnicos para definir parámetros de identidad: firmeza, intensidad de sabor, color y dulzor, comparando las cerezas locales con las producidas en otras regiones como Trelew, Gaiman y Mendoza. Entre 2021 y 2023, se sistematizó toda esta información como parte del expediente nacional.
Mirando hacia la exportación
Actualmente, se trabaja en los pasos finales: conseguir el financiamiento del Consejo Federal de Inversiones (CFI) para implementar los protocolos de control y trazabilidad que exige el sello. El objetivo es llegar con todo en regla para la próxima cosecha.
“Este sello garantiza que lo que se está vendiendo no es cualquier fruta”, remarcó Kachewski. El impacto económico es significativo: aumenta el valor agregado del producto, refuerza su prestigio internacional y mejora las condiciones para nuevas exportaciones.